21 oct 2013

Me acabo de dar cuenta, que elegí una carrera, que me da muchas satisfacciones, pero a su vez, sufrimiento.
Y no hablo sólo del esfuerzo y los tropezones que uno tiene. Sino de cómo uno se encariña de los lugares, de la gente, de los detalles de cada localidad/provincia/país que visita. Y no se sabe si va a volver.
Hoy a la madrugada volvimos con Uquia Turismo (empresa ficticia de compañeros de facultad, creada para las prácticas) de Carhué. Fue un fin de semana excepcional. Todo salió como lo esperábamos a nivel técnico, y hasta en algunos casos, las condiciones climáticas hicieron que tuviéramos que reacomodar todo, pero eso dio como resultado algo mejor.
Salvando el detalle de que los conductores fueron la piedra en el camino, por su mala predisposición, el consumo de alcohol, y su desubicación con respecto a las chicas que eramos las guías, todo salió bien.
¿Qué digo bien? Salió excelente. Pero va más allá del itinerario, de lo "pautado", de todo aquello que se pudo organizar con anterioridad.
El grupo que se formó, se lleva TODOS los halagos. Formado por madres, padres, hermanos, amigos, y gente que confió en nosotros para disfrutar del fin de semana. Cada uno de ellos y nosotros, pusimos todo allí. Todo, y sinceramente. Muy puro, fue cargar con sentimientos a flor de piel. Y eso, se manifestó en el cierre.
Y no nombré a las profesoras, porque realmente no se cómo explicarlo. Merecen más que nuestra sincera admiración. Tienen nuestro cariño, por cada cosa que hicieron por nosotros. Por quienes son. Por mostrarse así, tal cual son.
Realmente, estoy siendo reiterativa. Pero es que al pensar en lo que viví, se me vienen demasiadas cosas a la cabeza.
Festejamos el día de la madre, pero a su vez... celebramos TODO. Jajajaj. Todo era motivo de aplausos, de griterío, de "este fin de semana me voy pa' Carhué", de risas. Nos divertimos MUCHÍSIMO.
No importaba el calor, el horario, el cansancio, nada. Todos se metieron en la historia, en la tierra que pisabamos, en las ruinas que vimos, disfrutaron de las termas, se juntaron con gente muy distinta, con edades distintas. Todos bailaron, hicieron un trencito en el medio de un Restaurant. ¿Me explico?
Lo fue TODO este viaje.
Y fue el último. Si, me duele muchísimo. Fue el último con este grupo de delirantes, de locos, que aún siendo muy distintos, supimos encontrar la fusión que dio como resultado este hermoso viaje.
Para mi, fue el último de esta etapa. Antes, hubiera dicho que es un alivio, porque dejo de estresarme por "faltan las cosas de la carpeta técnica", "nos quedan vender 20 asientos!" "loco, ponganse las pilas", "no puedo, laburo", etc. Pero hoy... es todo distinto. Hoy, siento que todo eso, vale la pena. Y lo haría mil veces más, si es que eso me devuelve aunque sea, una hora más con ellos, en algún lugar remoto de nuestro país, haciendo lo que AMAMOS.
Porque si llegamos hasta acá, es porque esto ES LO NUESTRO.
Y cuando lo es, todo vale la pena.
Los quiero, infinitamente, Uquia.
Y a todos nuestros pasajeros y profesoras... GRACIAS.

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